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EXTRAVAGANZA

¡Hola!

Qué alegría tenerte por aquí. Me presento. Soy Mari Luz, traductora de inglés y francés y profesora de español para extranjeros. También me inicié desde pequeña en el mundo del baile y hasta empecé un negocio digital de marketing que luego no funcionó. Seguro que estarás pensando qué popurrí, ¿verdad?

Bueno, lo cierto es que por mi sangre corren lenguas y letras, así que si estás por aquí es porque tú también sabes de lo que hablo.

¿Quieres saber qué se esconde detrás de la persona que escribe? ¡Te cuento más abajo!

bailarina
Nací queriendo ser bailarina, pero cambié el tutú por los libros. Ahora me persiguen por todas partes.

Sí, podemos decir que la historia empezó a lo Billy Elliot. Imagínate que después de años de punta talón en ballet, tu profesora y tu madre deciden que puedes probar suerte y acabas entrando en el Conservatorio de Danza. Eso es lo que me pasó a mí a los 9 años y, aunque el baile siguió años después a través del funky, no acabó como en la película, ya que meses después lo abandoné.

Me encantaba bailar, pero si algo tenía claro desde bien pequeña era que no me veía dedicándome profesionalmente a ello.

Así fue como trunqué la vena artística que llevaba y descubrí otras pasiones que me devolvieron la ilusión. Por supuesto, no puedo más que darle las gracias a mi madre por haberme descubierto mi profesión, ya que, en palabras textuales, me dijo: “Está bien, si no quieres seguir con el Conservatorio, entonces te apuntaré a inglés”. Y parece que dio en el clavo. Aún recuerdo que, a la salida de la primera clase, le dije con una sonrisa: “mamá, lo he entendido todo y me ha encantado”.

Por cierto, antes de que sigas, debo añadir que, en aquel momento, hace ya más de 20 años, estudiar inglés de forma intensiva no era lo común. Lo que ha cambiado todo hasta el día de hoy lo podemos hablar en otro momento, aunque el viaje nunca ha terminado.

Te cuento un secreto que solo saben mis amigos. Parte del amor que tenía y tengo hacia este idioma se lo debo no solo a aquella primera clase, sino también a la saga literaria que acompañó toda mi adolescencia: Harry Potter.

Sí, te lo cuento sin tapujos. De hecho, sin yo saberlo, iba hilando el camino hacia esta profesión, ya que, además de leerme todos los libros de la saga, me gustaba ver las películas en V.O. con subtítulos para ir anotando todas las expresiones que me resultaban interesantes. También comparaba la traducción con el original y hasta iba creando mis propios glosarios. Mi pasión llegaba a tal extremo que hasta viajaba mentalmente a la capital inglesa con las guías que me iba trayendo mi madre de las agencias de viajes hasta que, años más tarde, pude cumplir mi sueño. Lo sé, de locura de peli romántica.

Así es como acabé viajando a Irlanda un verano y probar la experiecia de vivir con una familia nativa a la edad de 13 años. Mientras, a la par, iba tejiendo el camino hacia el mundo de las letras, ya que ese mismo año gané un concurso de literatura del ayuntamiento de Valencia por el certamen literario “Literatura y mujer”. Una ilusión que me permitió gastar 500 € en más libros. Por cierto, aquel verano que pasé en Irlanda coincidió con el fallecimiento de Michael Jackson. No sé qué relación tendrá con esta historia, pero tenía que meter esta casualidad por algún lado.

Por supuesto, y después de batirme entre filología inglesa e hispánica, a esa edad ya tenía claro que quería estudiar Traducción e Interpretación. Meterme en la carrera y probar la experiencia de cumplir mi sueño e irme a vivir cerca de Londres en mi Erasmus fue solo cuestión de tiempo.

Ahora que recuerdo, no te he contado por qué a esta historia la he titulado extravaganza. En realidad, tiene mucho de diccionario y de arte, ya que cumple doble sentido y resume un poco mi forma de entender la vida. Por una parte, del inglés, alude a una obra artística que contiene elementos de burlesque y pantomima que se caracteriza por la libertad de estilo. Por otro lado, del español, habla de algo que está fuera del orden común o modo de obrar. Quizás me sienta identificada por esa vieja pasión por el baile mezclada con la creatividad.

¡Ah, por cierto! Se me olvidaba decirte que, después de mucho tiempo, he vuelto a bailar. Cuántas vueltas da la vida, ¿no?

Te doy la bienvenida a este baile lingüístico de emociones y culturas. Ya te había dicho yo que iba a ser un poco extravagante.