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30 monedas

Hablar del cineasta bilbaíno como uno de los directores más hipnóticos, inquietantes y bizarros en el panorama actual es quedarse corto en la sinopsis de su biografía. Y es que de alguna forma su forma de ser, de pensar y de concebir la realidad se ve reflejada en cada una de sus producciones. Además, es tal su marca de la casa y su capacidad para atraparte desde el principio que, antes de que te des cuenta, y mientras yo te cuento estas líneas, te ves absorbido de un plumazo por una serie de corte terrorífico con un marcado toque cómico del de la Iglesia.

«30 monedas» supone, desde el inicio, un cóctel explosivo de terror de culto sosegado y thriller oscuro con un «dash» final de comedia costumbrista que tan buen sabor deja en el espectador español.

Alex de la Iglesia

Ambientada con gusto y gracia en la España más recóndita, románica y vetusta, la serie aúpa a la población segoviana de Pedraza como el escenario principal de una conspiración global en la que la mitología, la religión y la historia tienen cabida en la misma trama. Y es que en solo 8 capítulos, de la Iglesia nos adentra en la historia más profunda de la religión a través de la última moneda de las treinta que sirvieron para comprar la traición a Jesucristo. Un sorbo frenético de un argumento descomunal que se enredará sobre sí para poder proteger el último vestigio del bien sobre la tierra.

De esta forma, Álex de la Iglesia nos presenta una experiencia fílmica en la que cada uno de sus personajes tiene algo que decir. Este es el caso del padre Vergara, interpretado con brillantez suprema por Eduard Fernández, el sacerdote del pueblo que huye de sus demonio ocultos y que, de forma involuntaria, termina implicando a un pueblo que es poco dado a las rarezas.

Eduard Fernandez

De la misma forma, Carmen Machi, quien interpreta a una de las vecinas más cándidas del pueblo, consigue encarnar de forma brillante a una mujer que se ve inducida por un comportamiento demoníaco y que da un giro inesperado a los acontecimientos en la apacible localidad.

Y así, de forma frenética y coqueteando con diversos sabores argumentales, es como «30 monedas» te va sumergiendo en una garnitura llena de suspense, humor y sobrecargas emocionales en la que el puzle no hace más que desmontarse a medida que van pasando los capítulos. Todo un cóctel de ideas de la mano de su guionista de confianza Jorge Guerricaechevarría, quien mejor sabe ponerle los mejores ingredientes a la explosión de genialidad del cineasta. Todo ello sin dejar atrás el esmerado decorado en el que los corderos que quitan el pecado del mundo, la paloma blanca de la paz y el férreo demonio (interpretado por Cósimo Fusco) son los que ponen el aderezo final para realzar el aroma tan exquisito de esta delicia.

Aunque si tuviera que ponerle un «pero» a nuestro barman favorito, quizás el toque amargo de la serie estaría en el atropellado nudo de escenas inconexas que se saborean al final. Una sinrazón que, a pesar de todo, es capaz de pasar desapercibida en perspectiva. Porque lo que gusta e interesa es el conjunto argumental: el sabor en armonía.

Cósimo Fusco, el actor que interpreta al demonio en 30 monedas

Cosimo Fusco

En definitiva, un espectáculo eclesiástico en el que el bien y el mal se enfrentan tras el mismo espejo, y donde Álex de la Iglesia, una vez más, planta la semilla a todo aquel que le fascina lo irracional y lo congruente al mismo tiempo. Así que para servirte de este combinado de sabores y devorarlo con máxima avidez, procura remover bien el cóctel de despiporre y estupefacción para digerir mejor los acontecimientos y realzar gustosamente los sabores.

Los cócteles como estos solo se pueden disfrutar de un trago, con mucho hielo y un toque de picardía exquisita. Y es que en el arte de la coctelería, no todo el mundo es capaz de combinar jugosa y armoniosamente cada ingrediente. De la Iglesia demuestra, por todo lo alto, ser de los mejores cocteleros en este gran arte. Qué te voy a decir yo, que soy adicta al mojito.

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