
Por qué decidí estudiar el bachillerato de ciencias sociales sabiendo que quería estudiar Traducción
Como todos sabemos, el bachillerato es una de las etapas previas a la universidad, y como etapa educativa crucial que es, marca hacia dónde se inclina la balanza. A veces nos impulsa a seguir nuestro objetivo, otras, nos esclaviza, pero de igual modo, va formando el camino que decantará nuestro futuro.
Para que esos dos cursos sean lo más llevaderos posible, hemos de decantarnos por el itinerario que más nos guste; solo así podremos superar ese ciclo de una manera satisfactoria. Para ello, es muy importante poner en una balanza nuestras aptitudes con nuestras debilidades, además de nuestras habilidades e intereses. Sería absurdo que una persona que no tuviera vocación por la biología se inclinara por el bachillerato de ciencias de la salud, por ejemplo. Todos comprendemos eso. Sin embargo, no sería la primera ni la última vez que sucede. Es normal, pues muchas veces desconocemos las diferentes salidas profesionales de una carrera o simplemente no tenemos claro qué nos gusta.
Para evitarlo, al final de la secundaria sería necesario tener una idea general de lo que nos llama la atención. Y, ojo, esto no significa que a partir de 4.º tengamos que tener claro a qué nos queremos dedicar, pues esta decisión va desarrollándose (y cambiando) a lo largo del tiempo, pero sí sería conveniente tener una idea básica de nuestras aspiraciones.

Pues bien, aquí viene la paradoja. A pesar de todo esto que ya he contado, y tras saber a ciencia cierta que lo que a mí me gustaban eran las lenguas y, por ende, las humanidades en general, decidí no estudiar el bachillerato de letras.
¿Y POR QUÉ?
Pues muy sencillo. Bueno, en realidad no tanto, porque esto me ha complicado un poco el camino. Como ya comenté en el apartado de Sobre mí, soy una persona multipasional que ha ido compaginando de una forma u otra aficiones diferentes. Siempre he sido muy culoinquieto, y aunque puede que tener muchas inquietudes es bueno a priori, es cierto que puede llegar a ser caótico si no consigues centrarte en tus prioridades.
Mi pasión, en general, siempre han sido las letras y las humanidades, entre las que destacan:
Las lenguas
La literatura
La filosofía
La historia del arte
Aunque también había muchas materias que me interesaban y a las que no quería renunciar:
La geografía
El turismo
La economía
La sociología
Parecerá extraño, pero a pesar de tener claro desde hacía mucho tiempo que iría a estudiar Traducción e Interpretación, siempre tuve en mente la carrera de Turismo. Sí, como un primo hermano al que ves de vez en cuando porque te lo pasas superbién con él, pero con el que tampoco quedarías todos los días.
Me gustaba la geografía y todo lo que está relacionado con el paisaje y el desarrollo de la sociedad y las civilizaciones; también me interesaba la economía y, por raro que pueda parecer… un poco el derecho y las relaciones internacionales.
¿Pa dónde tiro?

Pero tuve que tomar una decisión, y a pesar de tener como objetivo estudiar Traducción e Interpretación, me decanté por el bachillerato de ciencias sociales. ¿Qué razones me llevaron a elegirlo?
- El latín. Al cursarlo en 4. º de la ESO, me di cuenta de que aquello se trataba de las matemáticas de la lengua. A día de hoy entiendo que es la base fundamental para entender cómo funciona la lengua, pero en aquel momento preferí decantarme por una asignatura más amplia.
- Griego. Hermano gemelo del anterior y, por tanto, una razón más para no escoger esta rama.
- Mi intención de no renunciar a geografía. Tenía la posibilidad de cursarla en el bachillerato de ciencias sociales y sospechaba que me iría a gustar.
Por su suerte, mi colegio me ofrecía la posibilidad de cursar una rama mixta entre las ciencias sociales y las humanidades y combinar las tres asignaturas de CC. SS. (geografía, economía) con una de humanidades (historia del arte). Así que no lo pensé dos veces. Ese itinerario estaba hecho a mi medida.
¿Problema?
En esta rama mixta no pude deshacerme de las matemáticas, así que tuve que sufrirlas dos años más. Puedo asegurar que no fue nada fácil, pero a pesar de jugármela con esta asignatura y de decantarme por una rama del bachillerato que solo me ponderaba un 0,1 para la carrera que quería hacer (a excepción de h.ª del arte), decidí tirarme a la piscina.
«ESTO NO LO HAGAS EN CASA…»
¿Arriesgarte a hacer un bachillerato que no te pondera para la carrera que quieres estudiar? NO. No lo hagas a no ser que se trate de un giro en el guion o cuentes con una nota de corte a priori baja. Yo tuve que esforzarme al máximo para obtener buena media en bachillerato y poder compensar las notas de selectivo con su correspondiente convalidación. Aun así y a pesar de tener el objetivo claro, la carrera que solicitaba tenía una nota media de corte de 9 aproximadamente (sobre 14), por lo que contaba con algo de margen.
¿Y por qué decidí hacer esto?
Porque quería abrirme puertas. Realmente no me parecían tan distintas las ciencias sociales de las humanidades, pues parte de estas primeras parten también de la base de un conocimiento general y cultural del mundo. Aunque oficialmente carecen de conexión académica y eso nos dificulta a veces nuestra elección. ¿Dónde está el límite en Periodismo entre las humanidades y las CC.SS.? ¿Y en la Filosofía? Prácticamente ninguno.

Quería abrirme puertas y pensaba que estudiar este bachillerato me ayudaría a incorporarme más tarde a esta última carrera como segunda vía. Además, sabía que dentro del plan de estudios de TeI no entraba ninguna asignatura relacionada con el latín o el griego, al menos en la universidad donde quería estudiarla, por lo que no cursar latín y griego no iba a ser un gran impedimento a priori. Muchos de los conocimientos de las ciencias sociales adquiridos durante el bachillerato sí que los iría a aplicar más tarde para ciertas asignaturas de la carrera (traducción jurídica o español jurídico).
A pesar de todas estas arriesgadas decisiones, tengo que añadir un punto a mi favor: la nota de corte en mi universidad no era demasiado alta, por lo que pude ir “jugando”.
Al final no solo saqué buena nota en el bachillerato (cuando las cosas se hacen con gusto se hacen mejor) sino que además pude entrar sin problemas en la carrera.
AUN ASÍ…
Ve a lo seguro. En mi caso tenía muy clara la carrera que quería estudiar, la universidad a la que iría, el plan de estudios que se incluía y las opciones alternativas si esta me fallaba.
Pero mi consejo es que no juegues con estas decisiones que pueden determinar vuestro futuro. Haz lo que verdaderamente te gusta.
En la práctica todos dependemos de una nota de corte.
Foto extraída de Internet
¡Un saludo y un abrazo!
María del Mar Genovard
¡Hola!
Como bien dicen, todos los caminos llevan a Roma, lo único es querer llegar antes o después. También dicen que quien no arriesga no gana, tu arriesgaste, ganaste y te llevaste conocimiento extra que contribuyó a perseguir tus sueños. Como comenté en otro post las cosas siempre suceden por algo y siempre suceden en el momento exacto ni antes ni después. La vida es un aprendizaje y un continuo caerse, levantarse y volver a empezar.
Es fabuloso ver cómo has evolucionado.
¡Feliz de leer este blog!
¡No te rindas nunca!
Besos
MGO
Mari Luz Sáez Cano
Muchísimas gracias, guapa <3
Pues sí, nunca es tarde si la dicha es buena, dicen.
Todo sirve, todo suma.
¡Un abrazo fuerte!
Elvira G V
¿Problema? Ni siquiera estoy segura de lo que me gusta. No pude ni ser capaz de escoger entre ciencias o letras. Una de mis opciones es traducción e interpretación y no sé hacia qué bachiller irme el curso que viene porque tengo un problema con las matemáticas (social) pero tengo miedo de que si doy tantas lenguas juntas las acabe aborreciendo (humanístico).
Aun así, tu experiencia me ha ayudado mucho, es bueno ver diferentes testimonios y estoy segurísima de que escogiste la mejor opción para ti y lo que te gusta.
Mil gracias! 🙂