¿Qué estarías dispuesto a hacer por conseguir el sueño anhelado? ¿Sacrificarías tu vida entera por conseguirlo?

Ambientada en el famoso festival de cine de Cannes, esta novela navega por la lógica humana y su ferviente deseo de poder y ambición. Encuentros y desencuentros entre la inocencia de los sueños y el deseo de superación y la gloria fácil de la codicia y el éxito.

Y es que con «El vencedor está solo», Paulo Coelho nos pone bajo el foco de la fama, el lujo y el glamour para meterse en la piel de diversos personajes. Un espejo al que aspiramos vernos reflejados en algún momento de la vida sin saber qué se esconde detrás de él. Porque la cara visible siempre es la primera capa de nuestra alma, toca romper un poquito ese espejo para ver las cicatrices escondidas.

Indudablemente, esta historia nos sitúa con los pies en la tierra y nos hace reflexionar sobre las verdaderas necesidades y la superficialidad escondida tras una cara amable. Un jarro de agua fría a todas esas verdades mal contadas sobre el lujo, el exceso y la avaricia que nos consuelan como mortales y nos acercan un poquito más al verdadero mundo de la Superclase.

En este libro, Paulo Coelho trata además de ahondar en esas personalidades con espíritu de niño y ansias de adulto que se debaten entre la eterna lucha entre el sacrificio o los contactos; el esfuerzo o el renombre. La envidia, por tanto, se deja atrás en esta novela, para dar paso a una compasión placentera hacia el mundo irreal de las cosas superficiales.

Así que si tomamos en cuenta que vivimos en un mundo de cambios constantes donde el ser humano está condenado a reinventarse para seguir subsistiendo, lecturas como esta son más que necesarias, ya que podremos apreciar la realidad en la que vivimos donde la fama y el dinero priman ante el arte y el talento.

En definitiva, más allá de una historia con poco hilo argumental, «El vencedor está solo» es un RETRATO a los valores por los que nos estamos dejando llevar y por los que pensamos que vale la pena arriesgarlo todo.

Una novela que nos pone en alerta para no caer en la trampa del «síndrome de la celebridad».

Pasen y vean. Comienza el festival.