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La crítica más ingenua

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Dicen que el lugar donde naces marca tu personalidad. Te deja huella. Ese ADN que compartimos al 99 % todos los seres humanos y que solo deja un 1 % restante a la imaginación.

Quién sabe; quizás dentro de ese pequeño porcentaje de genes está la información necesaria para definir lo que eres, lo que tienes y lo que sientes. Quizás parte de ese ADN es común a un pueblo y a una cultura, esa que te nutre de una educación, un sentido de vida y unas tradiciones.

¿Sabéis qué? Yo pensaba que era una persona supersticiosa. Y no porque los españoles lo sean en general, porque, en realidad, no lo son culturalmente hablando, sino mas bien porque tengo unas costumbres que pocos de mi entorno siguen.

Pero ahora tengo que reconocer que, después de haber conocido a muchos amigos rusos y de haberme juntarme con ellos, no solo me he dado cuenta de que estos me superan místicamente sino que además estoy empezando a copiar algunas de sus manías, (con perdón de de la expresión).

El pueblo ruso es muy supersticioso y ni la historia ni las guerras han conseguido eliminar algunas de estas creencias populares. Tampoco es esta mi pretensión como española, aunque, si esto sirve para provocar una pequeña sonrisa al lector, bienvenido sea este artículo.

1. PASAR POR LA MISMA DIRECCIÓN CON OTRA PERSONA

Yo no sé si esto es una superstición como tal, pero desde luego fue la primera que aprendí con un ruso. Si te encuentras con un elemento más alto que tú: una farola, un árbol, un semáforo, etc., no puedes bordearlo en direcciones diferentes con la persona con la que vayas acompañado. En ese caso, tendréis que seguir el mismo recorrido. Desconozco el sentido de tal superstición, pero desde luego, una vez te enseñan a no desviar tu camino del de la otra persona… ¡ya no puedes dejar de hacerlo!

2. NO SAQUES LA BASURA POR LA NOCHE

¿Pero a quién se le ocurre sacar la basura en la hora más tranquila del día?

Si tenías pensado hacerlo, olvídate si te encuentras en Rusia, ya que, de lo contrario, pasarás penurias en tu casa o te buscarás la ruina en el hogar.

3. NO COMAS DEL CUCHILLO

Imagínate que estás comiendo tranquilamente un plato que te gusta. Recoges los restos de comida en salsa que quedan y te ayudas con el cuchillo porque de esta manera es más cómodo. Vas a metértelo en la boca y, de repente tu amigo ruso que te quiere bien y no dejará que te metas en la boca del lobo, te para y te grita:

¡CON EL CUCHILLO NO!

En ese momento, a punto de morir de un paro cardíaco, le das las gracias a tu amigo porque ha evitado que según la superstición, te conviertas en una mala persona.

Aun así, si estás comiendo con un ruso y no quieres atragantarte y darles la razón de que esto ha sido a causa de la superstición, evita hacerlo. Además, evitarás cortarte la lengua. Qué cosas, ¿no?

4. NO SALUDES A UNA PERSONA EN EL MARCO DE LA PUERTA

Tanto si llegas a una casa como si te vas de ella, olvídate de saludar o de despedirte de la otra persona en el marco de la puerta, incluso aunque tengas los sentimientos a flor de piel. En su lugar, tendrás que hacerlo dentro o fuera de la casa, ya que si no se puede despertar el demonio que vive dentro. Según las creencias de los antiguos eslavos, el umbral era el lugar maldito de la casa.

5. NO VUELVAS A CASA A MITAD DE CAMINO

Esta es una de las supersticiones que más me sorprendieron y nos lleva de nuevo al tema de las puertas. Si al salir de casa te das cuenta de que te has olvidado de algo, olvida la idea de volver si no quieres tener muchos problemas por el camino, ya que se cree que la fuerza espiritual se debilita y algunos malos augurios se molestarán e intentarán entrar en nuestro mundo. Pero si aun así necesitas volver, entonces para compensarlo tendrás que mirarte al espejo al salir y sonreír.

La clave está siempre en salir de casa sonriendo. ¿Quién decía que los rusos eran serios?

6. TEN CUIDADO CON LA SAL

Esta es una de las supersticiones más curiosas, porque en España y en Rusia son diferentes. En Rusia se cree que, si se te derrama la sal, tendrás un escándalo en la familia. Esta tradición viene de tiempos muy antiguos, cuando la sal era muy escasa y cara y derramarla para las familias campesinas suponía un fuerte impacto económico.

En España, si se te cae, simboliza la pérdida de abundancia y prosperidad en tu vida, por lo que para compensarlo habrá que coger un poco de la sal derramada y echársela por detrás del hombro derecho.

7. NO SILBES DENTRO DE CASA

¿Sabías que silbar dentro de casa hará que te quedes sin dinero? Esta es una superstición que conocen todos los rusos. Se cree que esto hará enfadar a los espíritus que viven en la casa y que estos se llevarán todos los bienes adquiridos. ¡Y hasta la paz!

Según otra versión, el viento llega a la casa con un silbato, que también puede sacar toda la riqueza de la casa. Por ejemplo, los marineros siempre tenían miedo de silbar, ya que podía atraer una tormenta. Y, por el contrario, cuando no había viento para soplar las velas, todos los miembros de la tripulación comenzaban a silbar ruidosamente para atraer el viento.

8. NO DEJES LA BOTELLA VACÍA SOBRE LA MESA

Llegados a este punto te habrás dado cuenta de que muchas de las supersticiones de los rusos tienen que ver con el dinero. Dicen que la tradición remonta a los tiempos de la guerra con Napoleón: los cosacos, al tomar París en 1814, notaron que en los restaurantes locales se contaba la cantidad de lo bebido según el número de botellas vacías sobre la mesa. Por eso los cosacos retiraban con cuidado las botellas y las colocaban debajo de la mesa.

Además, en Rusia existe otra tradición: vaciar todas las botellas que estén vacías.

Así que no te extrañe si en una cena en un restaurante con amigos un ruso deja la botella debajo de la mesa. Lo estará haciendo en defensa de este presagio.

9. NO TE SIENTES LA ESQUINA DE LA MESA SI ERES MUJER

En la antigua Rusia, generalmente las señoras solteras, los parientes más pobres y los dependientes ocupaban el lugar más sencillo en la mesa: los asientos del rincón. De allí surgió la idea de que si una chica se sienta en la esquina de una mesa, no se casará en siete años. De todos modos, la mayoría de los rusos no pondrían a una chica allí y hasta ellos mismos evitarían ese lugar.

Y yo pregunto: ¿desde cuando no casarse es sinónimo de mala suerte?

10. NO TE SEÑALES LA PARTE DEL CUERPO DE LA QUE ESTÁS HABLANDO

Nunca sabes en qué momento te va a pillar desprevenido un ruso. Porque sí, quizás uno de esos gestos que tenías por costumbre imitar supone una gran ofensa o mal augurio para el pueblo eslavo y, para compensarlo, tendrás que pasar por una imbatible prueba de fuego o batirte en duelo a lo Los juegos del hambre.

Esta es una de esas tradiciones que va pasando de generación en generación. Si en una conversación hablas sobre la herida o rasguño de otra persona y, para representarlo, te tocas la misma parte del cuerpo, la desgracia podría venir a ti. Algo así como aquello que nos contaban de pequeños sobre llevar muletas sin tener un esguince, pero a la rusa.

Si eres de aquellos inconscientes que se atreven a desafiar las leyes de la superstición, apunta este truco: acaríciate la parte que te has señalado, abre la palma de la mano y sopla. Los malos augurios habrán viajado a otra parte.

11. REGALA FLORES SOLO EN NÚMERO IMPAR

Dos rosas son bonitas y románticas, pero no así en Rusia. Si vas a tener una cita, asegúrate de que el ramo tiene un número impar de flores. En otro caso, no será de extrañar que la otra persona se ofenda, ya que las rosas o los claveles en número par son para llevar a los cementerios.

Y hasta aquí algunas de las supersticiones que he ido aprendiendo con mis amigos. ¿Os parecen muchas? ¡Estas son solo algunas!

Lo más interesante es que a través de ellas puedes llegar a entender muchos comportamientos y costumbres de la sociedad rusa que, aunque parte de ella no sea supersticiosa, sí que suele seguir estas tradiciones.

Aunque, pensándolo bien, hubiera sido mucho mejor no haber leído este artículo. No quisiera yo que ahora alguna de estas supersticiones se graben en tu cabeza y los malos augurios decidan entrar en tu casa. De momento, voy a comprar un ramo de rosas en número impar, a sonreírle al espejo nada más salir de casa y a soplar con la palma de la mano. Quién sabe.

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