Hola, si has llegado hasta aquí es porque intuyes que soy traductora, pero además de esto, (y a pesar de lo que quisiera mi madre), soy profe de ELE autónoma, es decir, trabajo por mi cuenta, además de hacer otras historias.
También me gustaría contarte que cuando estudié la carrera se me plantearon dos opciones: ser traductora y, por tanto, renunciar a trabajar en una empresa (el trabajo de traductor esta enfocado principalmente a ser autónomo), o lanzarme a estudiar oposiciones para ser profesora de idiomas en un colegio. Había más opciones, claro, pero digamos que esas dos eran las que destacaban entre las candidatas.
La verdad es que desde bien pequeña me ha gustado el mundo de los idiomas, tanto, que a los 12 años ya tenía claro que quería estudiar Filología Inglesa (lo de la traducción vino un poco más tarde) y eso, sumado a que me encantaba dármelas de teacher, hizo que pronto empezara a verme como una auténtica profesora de idiomas.
Qué rápido, ¿no?
Eso me parecía a mí. En aquellos dulces 2000 parecía que el trabajo corría como la pólvora y que los éxitos laborales estaban al alcance de todos los que quisieran esforzarse un mínimo.
O bueno, a lo mejor no tanto.
«Yo saqué un 5 de media en la carrera y enseguida encontré trabajo de profesor de Economía en este colegio».
Qué fácil, ¿no?
La verdad es que ese tipo de comentarios no ayudaban a nadie, ya que por desgracia eran otros tiempos. De hecho, era tan tan fácil encontrar trabajo, sacarse una plaza o quedarse de por vida en ese puesto, que hasta parecía aburrido solo de pensarlo.
«¿Ser funcionario? ¿Para qué? ¿Para ganar todos los meses lo mismo y estar toda la vida en el mismo trabajo?»
Eso decían. Ahora, en cambio, todos aquellos que se reían de ellos esperan su turno en la cola de la administración de lotería para elegir el billete que les lleve a su suerte laboral.
Años de crisis, dicen. La verdad es que desde que estoy en edad de trabajar, prácticamente no he conocido otra cosa, así que tampoco me atrevo a ponerle este nombre.
Pero, mamá, hay algo que no sabes de todo ese proceso en la carrera para hacerte un hueco estable. La idea de ser profesora en un colegio concertado es bonita, ¿te acuerdas de que te lo dije? Pero ya no es viable. Los tiempos han cambiado. Todo el mundo lo sabe, ahí solo entran los que han nacido con una estrella en el culo. A veces también los que tienen esa estrella enchufada a algún teléfono, pero por desgracia, yo no tengo esa suerte.
Así que, antes de que me preguntes por qué ni me replanteo meterme en ese berenjenal, te invitaré a subirte en el coche y guiarte en este trayecto hasta nuestro destino. El camino es un tanto largo, quizás abrumador, pero quiero que te fijes en todo el paisaje y me visualices como si yo estuviera en ese futuro.
¿Aceptas este viaje con todos los gastos pagados?
Empezamos el trayecto:
Termina la carrera con una nota decente.
Eso ya lo tienes, ¿no? Fenómeno.
Estudia el máster de Formación de Profesorado o, lo que era antes, el CAP.
¿Estás en ello? Genial, no te olvides de las prácticas.
En caso de no tenerlo, acredita un nivel B2 del idioma que irás a impartir.
¡Ah! Y si estás en una comunidad bilingüe, no te olvides de prepararte el examen que acredite el nivel que tienes del idioma. Ya sabes que el mínimo es un B2, así que cuanto más tengas, mejor.
Date prisa, que los años pasan y el estudio es lento, aunque conociéndote, seguro que a los 23 lo tienes todo hecho. Seguimos nuestro recorrido.
Una vez consigas esto, ya puedes empezar a opositar.
Asómate a la ventana, lo sigues viendo lejos, ¿verdad? Te recomiendo que te apuntes a una academia o contrates a un preparador, nadie mejor que ellos para orientarte en el pedregoso camino hasta tu destino.
Trabaja para pagarlo, no suelen ser baratos.
Ah, no, trabajar te impedirá estudiar. Vale, no trabajes, pero asegúrate de que la inversión merezca la pena. Si ves que esto aun así es inviable, no te preocupes, pero márcate unas horas diarias de estudio al día y lleva un orden. Es muy importante la organización mental.
A continuación, mira las próximas convocatorias de examen.
¿Cuándo son? ¿Dentro de un año? ¿Dos? Apúntate esa fecha en el calendario y tacha todos los días anteriores, ya sabes que hasta la fecha no tendrás vida y no serás digna candidata de convertirte en persona con sentimientos. Lo dice la ley. Ahora solo eres un un código en la lista de candidatos a opositar.
No trabajes, no salgas, no te distraigas, no te rías, no respires (y tampoco le des al chocolate). El NO es la norma principal de tu viaje hasta puerto seguro.
¿Has conseguido pasar por todo este camino empedrado? Cómo me alegro. Has pasado la prueba del desquicio, pero ahora viene la de la paciencia (in)finita.
Ármate de cafés (pero no te pases por si caes en adicción). Hemos llegado a la primera parada del viaje y ha llegado el día del juicio final.
Una hora.
Dos horas.
Tres horas.
Cuatro.
Sales del examen de tu vida. Párate en esa estación de servicio y empieza a repostar. Te has quedado sin gasolina. Ahora solo queda saber cuál será la nota que te llevará a tu destino final. No ha sido nada fácil llegar hasta aquí, has tenido que dejar a la persona que llevabas dentro y centrar tu vida únicamente en esa oposición.
Por cierto, ¿cómo te ha ido? ¿Qué temas te han tocado? Espero que no hayan sido los que no llevabas preparados, ya sabes cómo es esto de la suerte. ¿Sabes las impresiones de los demás? Me han dicho que este año se han puesto (por fin) estrictos con la ortografía, así que con suerte hay una buena criba. Mierda, aunque creo que hablando de filólogos exacerbados parece que todos irán bien armados y preparados, así que no creo que sea este el caso.
Bueno, ya está. Ya te puedes quitar el cinturón, pero solo por hoy.
Y ahora súbete de nuevo que arrancamos, continuamos este viaje. Por cierto, no te he preguntado. ¿Cuántos años tienes ya? Ah, 25, bueno, aún eres joven, calm down, siempre hay treintañeros en todas las fiestas, aún no haces tarde.
¿Ves el paisaje? Es todo lo que te ha acompañado este tiempo sin darte cuenta. Parece como si estos años tu vida se hubiera detenido, pero en realidad llevas mucho camino recorrido. Llevamos dos meses de trayecto y aún no sabes la nota, sé que eso te tortura, pero tranquila, el Titanic tardó en hundirse 3 horas, creo que eso es mucho peor.
Espera, ¿ves eso? ¡Allí a la derecha! ¡Son tus notas!
Chán. Chán. Chán.
Oye, que tienes un 8,2. No está nada… mal. Ya, ya sé que buscabas la máxima nota, pero no te estreses, piensa que el de al lado ha sacado un 7 raspadito, así que consuélate que está mucho peor que tú. Que sí, que eso de «mal de unos, consuelo de tontos» te prometo que funciona. No es por ser mala, pero… FUNCIONA.
Bueno, a lo tuyo. ¿ahora qué? ¿Ya puedes entrar a trabajar, no? 25 años es una edad perfecta para estabilizarse. Ah, es verdad, que entras en bolsa… las plazas fijas han volado. Pero, a ver, ¿cuántos os habéis presentado a examen? ¿5000? No es tanto para todo el país, seguro que alguna plaza cae. Ah, ¿Qué solo es para la Comunidad Valenciana? Ya veo. ¿Pero cuántas plazas hay entonces?
¿CIEN-TO-CIN-CUEN-TA?
Bueno, venga, vuelve a subir que aún queda viaje que recorrer. No querrás quedarte a mitad de camino después de todo el esfuerzo, ¿no? Me consta que el tramo final es el más emocionante, aunque eso sí, un poco agitado.
Ahora es cuando tu paciencia entra en las Olimpiadas y compite en tensión emocional, así que prepárate bien y ten el móvil siempre cargado por si te llaman. Como contacten contigo y no lo cojas, te llevarás la gracia tatuada en la frente de por vida.
Agárrate bien, que vienen curvas.
¡Enhorabuena! Te han llamado para cubrir una sustitución de dos semanas para un pueblo del interior de la provincia de Castellón. ¿Lo ves? Tarde o temprano tenía que pasar, parece que los 26 te han traído suerte, aún no es demasiado tarde para empezar a cotizar. ¡Qué bien! Respirarás naturaleza pura y, además, con suerte solo podrás escuchar el piar de los pájaros. Eso sí, mírate bien qué piso te coges, que no sea muy caro y te pille cerca del colegio. Aunque, pensándolo bien, en un pueblo tan pequeño no creo que tengas ese problema.
¿Qué? ¿Cómo ha ido la experiencia? Los inicios siempre cuestan, ¿no? Bueno, ya te acostumbrarás. Ya sabes que los niños a esas edades son unos piezas, pero la experiencia curte. ¡Y te da puntos para el futuro! Así que mira el lado bueno de las cosas, seguro que de aquí a unos meses te vuelven a llamar. Mientras tanto, puedes aprovechar y estudiar… espera, ¿estudiar? Pensándolo bien, mejor te pones a buscar trabajo, por si no te vuelven a llamar hasta dentro de un tiempo. Al fin y al cabo, con 27 años aún eres lo suficientemente joven como para haber cotizado cuatro meses y veintisiete días de tu vida laboral.
Vamos a hacer una paradita, que el camino es largo y llevamos mucho encima. ¿Has visto todo lo que has recorrido ya? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Mejor no lo contemos, que los veintiocho años pesan como losas y las decisiones arrastran cambios en la vida.
¿Ves el mapa? Es el pueblo del que te acaban de llamar. Está al sur de Alicante, bastante lejos de casa, pero el contrato es para dos años, así que te proporcionaría estabilidad… y puntos. Los dichosos puntos para la parada definitiva. Eso sí, tienes que hablar con tu novio, desde que os habéis independizado, las decisiones se toman por dos. ¿Crees que podréis iros juntos? ¿Aceptarán gatos en el piso? ¿Y qué harás con la bonita casa que ya teníais amueblada?
Las decisiones se complican. Al igual que el camino de este viaje. Vamos a parar un poco, el viaje ha sido agotador. Pero, ¿lo has disfrutado? Viajar en autopista siempre es más cómodo, pero ya has visto que el trayecto hasta la meta es tortuoso y nada placentero. Es lo que tiene.
¿Me dejas contarte un secreto antes de volver al inicio?
El destino que te espera, ese que tenías marcado en el mapa desde los veintidós, no es tan asombrante como imaginabas. Para llegar ahí tendrás que pasar por carreteras nacionales, caminos oscuros y senderos con muchas curvas. Sabes que tendrás que renunciar a muchas cosas. También en lo personal y quizás cuando llegues a la meta sientas que todo el paisaje que has dejado atrás era más bonito que el propio destino. Te lo perdiste, sí, pero te prometo que te hubiera gustado.
¿Ves ahora lo que quiero decir?
Mamá, ya hemos vuelto de este viaje. Ha sido duro, pero creo que bastante ilustrativo. Sabes que mi yo del futuro no lo hubiera aguantado. Siempre he pensado que la vida siempre va por delante al trabajo, así lo creo yo, aunque sé que con los tiempos que corren quizás sea un poco egoísta mencionarlo.
Lo que sí tengo claro es que no estoy dispuesta a hipotecar mi vida para conseguir un trabajo que quizás no me traiga la satisfacción laboral que buscaba. No es para mí.
Y tú, que eres aspirante a opositor, te dije que no lo leyeras. No me has hecho caso. Lo único que puedo decir es que te admiro. Y mucho. Espero que tu viaje haya valido la pena.
Laura Abella
Me parece que a ese comentario del 5 raspadito y ya con puesto de profesor le pongo cara… Jajajajaja Aquí otra persona que, al menos de momento, no termina de ver muy claro eso de las oposiciones. Me ha encantado el post!
Luis Sáez Martínez
Me ha parecido muy interesante, bien elaborado resaltando los elementos circunstanciales y renuncias personales que se han tenido que realizar para, al final, llegar a ser funcionaria.
Está muy bien razonado, para argumentar que la preferencia en la vida es,, precisamente vivirr la vida, deacuerdo con los gustos o deseos de cada cual.
Muy bueno el escrito